Mi nombre es Kurt Furse

Estudié Administración Hotelera. Cuando terminé de estudiar mi primera carrera, me tomé un año para “descansar”. Después del año, entre el trabajo y el descanso, decidí volver a las aulas. Esta vez fue para seguir arquitectura. Y gracias a observarla y entenderla, descubrí que hay en su composición una estructura que lidera la belleza de las cosas. Y esas cosas son las que toman mi atención todos los días. La música, el cine, la pintura, el dibujo, fotografía, lecturas y, sobre todo, la arquitectura.

Cuando terminé de estudiar arquitectura, sentí que era capaz de hacer muchas cosas. Tomé cursos de fotografía, poesía y narrativa. He participado en muestras y publicaciones colectivas de fotografía y poesía, publiqué un libro de narrativa y comparto mi tiempo entre la docencia y el diseño y construcción de arquitectura.

Me considero escritor y fotógrafo aficionado. Son mis dos canales de liberación en los momentos de ocio. Y con las dos disciplinas a las que me dedico, arquitectura y docencia, veo mejorada mi relación con ambas desde que cada domingo me siento a hacer poesía, a dibujar, a pintar, hacer música o a simplemente seguir soñando.

Apuntes:

Kurt ha publicado Covida (Supay Editores, 2017) once cuentos acompañados de sus respectivas ilustraciones. Además de llevar el nombre de una de las líneas de bus más conocidas de la capital, este ejemplar de 101 páginas presenta fragmentos de recuerdos y anécdotas que el autor vivió desde su niñez hasta su adultez. También ha publicado sus poemas en la revista venezolana Letralia y en la revista chilena Letras.s5

fuente: caretas

poemas (inéditos)


Edad


Edad, desde que naces,

edad del tiempo, del universo

imposible de saber. Edad física

edad mental, de tu yo interior

Edad aquí y edad cuando no estés


¿Edad musical? En otra vida será

Edad del viento, que no se desprende

de tu suave cara, acariciada por colores

que solo sé pintar por las noches


Edad de los mayores que aún no crecen

Edad del conocimiento, de reconocimiento

Edad de tiempo laboral, esclavo al dinero

Tu edad y la mía, dividida en dos sobre la cama

Aquella edad ideal que no sabemos disfrutar


Edad del poema que te escribí

el más perfecto, y que aún no te doy.

Que haya más edad, incólume,

para que abrazos, en el tiempo, pervivan



Reflejos


No. No de nuevo

No otra vez, el extraño

en el espejo, apareció

al que no reconozco


Hasta en la más oscura

tiniebla, su mano no ve

El que un día llegó

y no se fue, hasta ayer


No. No otra vez

Aquella cuestión

sin respuesta

se pronunció


Acabado de tarde

o de mañana

que venga de vuelo

¿Destino? No volver


¡Oh, oscuridad!

Bendita tu ceguera

que despierta a los

sentidos adormecidos


Vino por donde

se fue, tu mañana

Y dejé cerrada

la puerta, con tu ayer



Rosa blanca


De piel blanca, suave

aromatizada con canela

Siento ser sobajado

por sus espinas, al no poder olerla


A la mano, en mi jardín

arrodillado a su aroma

y debajo de mis rodillas

las piedras me hacen volver


El dorado de tu luz

mancha de sombras

mi blanca pared de adobes

asomando al cisne de tu cuerpo


Como pez danzante

que se hace a la mar

peregrino vuelo, en

un océano de silencio

 

Levanta mi ojo llorante

rastrillado de exilios

lacerado por sequías

que nunca llegarán


La pintura pendiente

abrazada a tu espalda

de valles y ternuras

se dibujaron al partir

cuadro de Tilsa Tsuchiya



Lecho


Pensé, nunca estar equivocado

¡Qué tal equivocación!

En mi lecho, a dos minutos

de mi muerte, veo el gran error


No me despedí de quien me saludó

no abracé esa mirada regalada

no olí la buganvilia en primavera

no perdoné a quien se disculpó


A dos minutos de irme, tal

y como vine, solitario de salón

confieso, que no me atreví,

que no bailé, que no canté


Aquel papel en blanco

que no ensucié con palabras

que morían por ser escritas,

se enfrió como, pronto, mi piel


En mi lecho veo, por fin, lo que

un día se ocultó, y nunca

necesitó ser revelado. La arena

movediza de mi reloj, se vació


Entrené toda mi vida, para

este momento de soledad.

Auténtica práctica, que ensayé

día a día, noche a noche