Recuerdo… recuerdo un muerto; de eso vivo.
El campo de nadie – con sus suelos estériles - que se sigue disputando, la lluvia que amaina y las lágrimas que caen de los ojos de mi madre, los ojos de mi hermano y los míos pidiendo una explicación. Recuerdo, no es nada, solo que ahí está toda mi vida. Tarde en que hablan de ofrecer consuelo a una viuda en el cántaro roto de un “lo siento”. El polvo apenas asentando erizándose, la mala noticia enredándose en los cabellos.
Recuerdo la entrada al pueblo, y ese recuerdo no es mío, pero mi hermano recuerda: había un muerto y todos nosotros estábamos en ese muerto viviendo. Recuerdo ser un huérfano de todo, menos de una madre que sabe serlo todo. Pero no basta. Alzas el vuelo cuervo, reptas áspid; el amor lo has tenido en cada plato de castigo, dulce, y en las noches en que memorizas versos de un libro sagrado que vas rompiendo poco a poco porque no puedes estar tranquilo y tus manos tienden a la destrucción hasta de lo sagrado. Las primeras discusiones, alguien se empeña en ser lo que no necesitamos, nos enseñan que ese alguien condena.
Ser un huérfano y encontrar más padres amantes, perfectos.
Esa tumba con el nombre ilegible en la lápida, cuarteada, hundida entre hierbas malas que florecen hermoso, “la tumba de tu padre”, asumes la muerte… no, no la asumes, abusas de la inmovilidad de tu padre autoritario y violento, le cuentas a susurros, cuando todos te han dado la espalda y marchan deprisa, “quiero ser poeta, viejo, de otra forma no emerge la vida en mí… ayúdame…” Cada visita repite la misma plática, el mismo deseo: ser poeta. Ahora la tumba no tiene nombre y es poesía, digo, la poesía no tiene nombre y a los hombres, cuando yacemos, poca falta nos hace.
No escribo con el afán de ser alguien que escribe, no (y eso no estaría mal); escribo agitándome, respirando, viviendo en cada palabra donde voy a yacer fuente inagotable de mutaciones.
- poemas
DES-AMPARO DES-ARRIAGO
Me siento a caminar en esta piedra ancestral
Papá solía patear contra su indiferencia afila cuchillos
Las verdades que tamizaba su ebriedad,
Ya no esta
Ya no estoy ¡ya nadie está!
Mis alegrías más hondas
Que llevé al mundo en alforjas bordadas por mamá
Tomaron rumbo distinto, se desnudaron de mí
Alguien me dice: cayeron en el torbellino del olvido.
Esta es mi puerta que da a la ventana de mi primer amor
Ambas cerradas y yo afuera, afuera, tristemente triste.
En este pueblo oscuro de piedras rompiéndose la cabeza
Busco con candil y vela
Ese pueblo donde caminar era fiesta
¡No puedo creer que se muriera!
¿Solo en la inocencia del mundo
o en su conocimiento es feliz el hombre?
Ya no visito la tumba donde muere mi apellido.
Cuando se vuelve hombre donde un niño feliz se ha sido
Al reconocer la muerte y las ausencias
Tristeza es el recinto, el pueblo tristeza
Y uno tan grande mendigo.
POESÍA
Contemplo la página que voy habitando.
Palabra a palabra, las letras son mi barro,
Me hago bien, me hago mal,
Me hago malo, me hago bueno
¡Y la forma diversa del verso es mi forma
y soy la diversa forma del poema!
¿Y tu vida a qué altura está?
A la altura de mis versos, contestó la maestra.
Y hay versos que son manos que me forman
Y hay poemas que son dioses que me hacen
El verso divino que es el gesto de tu bondad
El poema olímpico vestido del oro que es tu risa
¡Oh Poesía Musa misma!
Viernes
Mi tre3ees se hace inmenso hasta ser cero
Corona mi frente el vacío lampo retorcido de frío
¡este mirarme a mí mismo no es mío!
De hinojos – rodillas florecimiento de astillas ensangrentadas –
Camino espinando vientres
De ángeles que se levantan en mi caída
Este viernes santo, me desaguo, viernes ¡tántooo!
Paso al otro lado de la calle el otro lado de mi cuerpo
Que no le importa a nadie
Y presumo ser precisamente el gran nadie [cedo el filo, el abismo]
Los Alguienes repiten su aire en el saludo
Rancio, su traspié en el apretón de manos.
Punto rojo enredado ¡telaraña!
Tarántula la mirada con la que te despojo de ti
Y júzgote yo batallando con los acrídios de mi opinión
Densa de agujas. Aprieta mi voz las cuerdas
Del maromero que es la palabra.
Viernes santo piedras a los costados
El peso de estar de pie insistiéndole al ser humano
Su SER su ESTAR (dignos) en este pantano.